Servicio Voluntario Adventista

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Confiando en la providencia de Dios

Confiando en la providencia de Dios

Alma mía, en Dios solamente reposa; Porque de él es mi esperanza.

Salmo 62:5

Antes de hacer cualquier obra en nuestras vidas, Dios nos pide esperar y en ese proceso de entender su voluntad existen esperas, desesperantes. La historia comenzó en el año 2016, justamente en un congreso I Will Go en la ciudad de Tarapoto, Perú. Nosotros estábamos trabajando en la UPeU (Universidad Peruana Unión).

Fuimos con los profesores y administrativos de la Facultad de Educación, y después de escuchar al pastor Kuhn, el servicio que hizo en Mongolia y otras historias misioneras más, nos motivó a hacer la promesa de dedicar un año en servicio, pero no para el año siguiente, sino para el 2018, debido a que éramos conscientes que como voluntarios tendríamos que correr con los costes del boleto de avión y necesitábamos tiempo para poder ahorrar. Pero esta decisión no empezó allí, empezó mucho antes, desde que éramos solteros y estábamos estudiando en la universidad.

El año 2017 fue pasando y empezamos a ahorrar, separando poco a poco el dinero para poder costear los pasajes. Mientras tanto íbamos los viernes por la tarde a escuela de misiones para aprender un poco más y reforzar lo que ya sabíamos acerca de los países de la ventana 10/40. En la escuela de misiones nos comentaron que habían llamados disponibles y que lo revisaramos. Cuando revisamos los llamados en la página del AVS (Adventist Volunteer Service) estos en su mayoría eran para una sola persona, no para dos.

Así que seguimos orando para poder saber cuál era el llamado indicado para nosotros.

Un día, el Pr. Francesco Marquina nos recordó por medio de un e-mail el compromiso que habíamos hecho el año anterior en el congreso de I will go, a lo que le respondimos que sí deseábamos servir en cualquier lugar del mundo. Fue entonces que nos comentó que en Indonesia necesitaban 10 profesores de Inglés, oramos por ese llamado y averiguamos sobre dicho país, su cultura y religión.

Es por ello que en octubre de 2017, la respuesta de Dios fue contundente: nos necesitaban en Indonesia. Aplicamos la solicitud, nos entrevistamos con los responsables de la misión en Indonesia, a veces era un poco difícil comunicarse debido a la diferencia de horario (Indonesia está adelantada en 12 horas respecto a Perú), gracias a Dios nos aprobaron y nos pidieron que estemos a fines de Diciembre por allá. Cabe resaltar que todo este proceso (que usualmente demora meses) solamente nos tomó unas semanas.

Bueno, ahora llegó el momento de averiguar cuánto estaban los pasajes para ir allá. Casi nos desmayamos al ver el precio del pasaje: US$4000 el pasaje de avión solamente de ida por los dos debido a la cercanía de la fecha de partida. Nosotros apenas habíamos ahorrado la 4ta parte, pensando que no iba a ser tan costoso y que el llamado saldría mediados del 2018.

Entonces, pusimos manos a la obra y empezamos a enviar cartas a los hermanos de la iglesia, a nuestras instituciones adventistas pidiendo alguna ayuda económica ya que con lo que teníamos no era suficiente para poder ir. Estábamos seguros que Dios nos iba a ayudar, pero nosotros también debíamos hacer nuestra parte. Vimos la mano de Dios que nos ayudó en todo el proceso: nos bendijo en el trabajo, tocó los corazones de los hermanos de iglesia, amistades, para poder donarnos el dinero necesario para cumplir la misión y también recibimos el apoyo de algunas instituciones adventistas, incluso algunas que no habíamos pedido ayuda, con la cual se pudo completar el pasaje; nos ayudó a agilizar el proceso del visado en la embajada y quedó demostrado que si el llamado es de su parte no hay nada imposible para él.

Al principio del proceso nos sentíamos preocupados, había momentos en los que nos sentíamos ansiosos por saber cómo iba a terminar todo, sabíamos que Dios iba a obrar, pero no sabíamos cómo lo haría; pero después, lo dejamos todo a Dios en oración, y la lección que aprendimos fue que si confiamos y dejamos de estar ansiosos por lo que vendrá, él nos va a dar la respuesta y de una manera en la que menos esperamos.

En medio de las ansias, a veces olvidamos entregarle todo, pero cuando lo hacemos, cuando aceptamos nuestra incapacidad, el hace lo imposible por nosotros.

Moses y Daisy son peruanos y sirven como maestros voluntarios en Indonesia.

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